martes, 8 de octubre de 2013

Estreñimiento: acabemos con esta cruz!!!



Hola de nuevo, después de unos días de descanso de blog, hoy volvemos a la carga con otro de los temas por los que más preguntan l@s pacientes: el estreñimiento.

¿Por qué tratamos este tema en las disfunciones del suelo pélvico? Pues porque el estreñimiento es, en muchos casos, origen y consecuencia del debilitamiento del periné.

Origen porque si cada vez que hacemos deposición, debemos empujar como si estuviéramos de parto, estamos lesionando nuestro periné, lo estamos sometiendo a una hiperpresión que lo abomba y debilita (y cada vez que vamos al baño).


Y es consecuencia porque si un periné está debilitado, carece de punto fijo sobre el que hacer el pujo, y la deposición es más difícil.

Por lo tanto, debemos romper este círculo vicioso y aprender una serie de cosas para que nuestro hábito intestinal sea el adecuado.

Lo primero, como siempre, es definir el estreñimiento, porque oímos mucho decir lo de "es que yo soy estreñid@", pero no siempre es cierto. Se considera que existe estreñimiento, cuando se hacen menos de 3 deposiciones a la semana. Normalmente se asocia con la existencia de heces duras, con deposición dificultosa, dolorosa o molesta. Por lo tanto, lo primero que debemos hacer es dejar de pensar que HAY QUE hacer deposición cada día. El ritmo intestinal de cada uno es diferente y debemos respetarlo.

Lo siguiente es entender cómo funciona nuestro intestino:
Pues lo hace como si fuera una manga pastelera; el peristaltismo (o movimiento propio del intestino) hace que el contenido intestinal avance por el mismo mientras sus paredes van absorbiendo las sustancias que aportan los alimentos. Cuando las heces llegan al último tramo del intestino grueso, el recto, una serie de receptores que allí se encuentran nos dan el aviso mediante una señal nerviosa, de que tenemos ganas de ir al baño. Si pasado un tiempo, nosotros no hacemos caso de dicho aviso, dejamos de sentir la necesidad, pero ello no significa que las heces no estén allí. Por lo tanto, nosotros nos ponemos a nuestras cosas, pero las heces quedan pendientes de salir y mientras están en el recto, nuestro intestino está absorbiendo agua de las mismas. Para que nos entendamos, está secándolas. Cuando otra nueva cantidad de heces llegue al recto, tendremos un nuevo aviso, pero entonces pueden suceder dos cosas: 

- Si vamos al baño, tendremos que evacuar primero las heces duras que no evacuamos la vez anterior. 
- Y si también ignoramos este aviso, continuaremos llenando la ampolla fecal y secando nuestras heces. Pero además, si mantenemos este hábito de ignorar las llamadas de nuestro intestino, estaremos estropeando nuestros sensores, los receptores que nos avisan de la llegada de las heces y esto supondrá que cada vez sea necesario un bolo mayor para que nuestro sistema nervioso nos avise de su presencia. Podéis imaginar que la evacuación será entonces muy difícil porque las heces serán muy duras.

¿Qué conclusión sacamos de lo anterior? Pues que la primera regla para evitar las deposiciones difíciles es acudir al baño cuando recibimos el aviso. Debemos dejar de sentir vergüenza de ir en lugares como el trabajo, casas ajenas, etc y Por supuesto, enseñar a nuestros hijos esta importante regla y desechar aquello de "en el colegio no hagas caca" porque les estamos haciendo un flaco favor. Lo mejor sería enseñarles  a limpiar un poco el váter, dejarlo limpio para el siguiente y lavarse las manos después.

No debemos sentarnos en el váter a pasar media mañana ni hacer pujos como si estuviésemos de parto. Si vamos cuando tenemos ganas y las heces tienen la consistencia adecuada, el asunto no nos llevará más de 5 minutos y no tendremos que sudar la gota gorda.


No menos importante es el tema de la postura que debemos adomptar para facilitar la defecación: Resumido en el siguiente dibujo, diremos que debemos tener la espalda algo erguida, un taburete bajo nuestros pies que permita que tengamos la rodillas flexionadas menos de 90º, haremos un ligero empuje de nuestros codos soble las rodillas y empujaremos expulsando el aire. Parece difícil, pero no lo es...




Por supuesto, las medidas higiénico-dietéticas no están de más: beber agua (1,5-2 litros/día), tomar fibra suficiente (pero, cuidado!! sin pasarnos porque si tomamos excesiva fibra y no bebemos suficiente agua, las heces serán muy duras) y hacer ejercicio habitualmente porque ello aumenta la motilidad del intestino.



Como todo, si queremos cambiar nuestro hábito intestinal, requiere tiempo y paciencia y, a veces, necesitamos reeducarlo mediante técnicas que nos devuelven las sensibilidades del intestino perdidas o que nos enseñen a reconocerlas. A adquirir unos hábitos adecuados que nos permitan tener una patrón normal.


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