jueves, 19 de diciembre de 2013

Dolor pélvico crónico: la pesadilla tiene remedio

Vamos a intentar dar un poco de luz a una entidad tan desconocida como poco tratada en nuestro entorno.

Hablamos del dolor pélvico crónico y lo definimos como un dolor no maligno percibido en las estructuras relacionadas con la pelvis en el hombre o en la mujer. Debe ser continuo o recurrente y tener una duración de al menos 6 meses.



Cabe añadir que podemos ver acompañado este dolor por una serie de síntomas tales como: •Hormigueo: sensación de insectos sobre la piel.
•Parestesia: sensación anormal, espontánea o provocada.
•Cambios en la piel: cutis anserina, piel de naranja, secundarios a disfunciones autonómicas. •Hipoalgesia: respuesta disminuida a un estímulo doloroso.
•Disestesia: sensación desagradable, espontánea o provocada.
•Sensibilización central: incremento en la excitabilidad y reactividad de las neuronas de la médula espinal.
•Hipoestesia: disminución de la percepción sensorial.
•Hiperpatía: Hipersensibilidad alterada frente a estímulos sensitivos.
Las personas que padecen este síndrome también pueden sentir una acupación a nivel anal (como una pelota de ping-pong) y/o calambres u hormigueos, más o menos constantes, más o menos localizados y no relacionados con ninguna causa aparente.

Este síndrome no ha sido descrito hasta hace relativamente poco y, por el momento, se asocia a dos problemas principalmente: alteración miofascial y/o atrapamiento del nervio pudendo.
En muchas ocasiones es realmente complicado saber clínicamente cual de estos problemas está generando el dolor y es necesario realizar pruebas electromiográficas para diferenciar uno de otro.

Para explicarlo de forma sencilla, lo primero que tenemos que saber es que el nervio pudendo es uno de los encargados de la sensibilidad y la motricidad del periné, es decir, conduce los estímulos que recibimos en esta zona, hacia el cerebro y envía las señales del cerebro a esta zona. Es como si fuese un cable conductor de señales eléctricas. Este nervio atraviesa estructuras musculares y ligamentosas que pueden "pillarlo", y esto produce los síntomas que hemos descrito antes. Dependiendo de a qué altura se atrapa, y cuánto lo aprieta, tendremos unos y otros síntomas, y de más o menos intensidad.


Por otro lado, teníamos el síndrome de dolor miofascial. Para entenderlo, tenemos que conocer primero qué es la fascia y cómo funciona, y para ello, os adjunto un enlace de youtube que es muy didáctico, ameno e interesante.


http://www.youtube.com/watch?v=fQfdVHE1gO8


Después de verlo, entendereis que un mal funcionamiento, un déficit en el movimiento, oxigenación, pequeños impactos repetidos, estrés o infinidad de otras circunstancias, pueden desencadenar el llamado Síndrome de Dolor Miofascial.
Los síntomas son muy similares al atrapamiento, pero su origen es distinto. Por eso, el fisioterapeuta debe averiguar si lo que nos sucede es una u otra cosa, ya que los tratamientos son distintos.

Hay que hacer constar que en ambos casos son alteraciones que requieren un tiempo prolongado de tratamiento, máxime cuando los pacientes suelen llevar padeciéndolo mucho tiempo cuando llegan a nuestras manos y este es un factor decisivo a la hora de obtener una respuesta al tratamiento.

En cualquier caso, no cabe la desesperanza. Con paciencia y un tratamiento adecuado, podemos ver la salida a una disfunción en muchos casos, tan incapacitante.